Enarbola en Madrid el presidente de la
comunidad autónoma de Cataluña un hipotético referéndum donde quede clara la
voluntad del pueblo; las grandes mayorías del secesionismo catalán, donde a
todas las Diadas acude millón y medio de personas. La mayoría de las veces la
cifra se desinfla hasta llegar al cómodo
ridículo al que está acostumbrado el pijerío carolingio; esta vez no. Bueno, no
tanto. Del millón y medio se pasa a las 600.000 almas independentistas hartas
ya de la opresión española. Yo creo que siempre confunden independentistas con
pensionistas, que éstos sí que llegan al millón y medio en Cataluña.
Sea como fuere, seiscientos mil está mejor
que bien. Mi enhorabuena a la organización. La cantidad es lo suficientemente
gráfica como para desterrar el himno de
los cuatro gatos que se venía cantando hasta ahora. Ya está bien de silbar
mirando al techo, es hora de afrontar, de apagar el mp3 y de pararse a tratar
este asunto. Un referéndum. Artur Mas y el millón y medio mal contado quieren
un referéndum; incluso lo quieren el
millón y medio bien contado, o incluso
más; dejémoslo en que la mayoría de los catalanes lo quieren.
Pero, ¿y por
qué no un referéndum a nivel nacional? Más acorde con la Constitución y con
las leyes; y más democrático. Una reforma agravada para reconfigurar nuestro
sistema democrático, y con la independencia de
Cataluña en uno de sus puntos. Estoy seguro de que muchos de ésos que se
sienten oprimidos se llevarían una gran
sorpresa con el resultado. La tarjeta verde de Guardiola se iba a quedar en papel
de Sugus.
Según
el planteamiento de Artur Mas ―de aquí hasta no dice cuándo―, irán
construyendo independentistas para reforzar la entrecomillada mayoría de
catalanes que quieren la independencia. Independencia suena mejor que secesión, pero es secesión y no
independencia. Cataluña no es una colonia de España, que se sepa. De cualquier
forma, irán fomentando el catalanismo en la misma línea que lo viene haciendo
el dúo alcalino Duran-Mas; la técnica del
toma y dame y del mamarrachismo clasemediocre al que nos tienen acostumbrados. Mas no dice cuando pero
se habla del 2014; la fecha que dio el menguado de Carod Rovira, por cierto.
El reciente discurso xenófobo de CIU da bastantes pistas; pero hay que
reconocer que ha sido el éxito del verano. El expolio, los andaluces del bar, el PER, el extremeño no recorta en
Sanidad, al niño no se le entiende, etcétera. ¡Menudo plaga africana! Mientras,
además de construir nacionalistas, también construyen una deuda que, de
momento, ya va por el 22% del PIB regional ―o nacional catalán― y que la colocan a la cabeza de la ruina de las
iberias.
Se construirán independentistas hasta
configurar un país de auténticos retrasados mentales de la cuerda de Sabina
Arana. Eso sí, de momento, los futuribles Países Unidos Geyper mantendrían unas
muy estrechas relaciones con España ―qué detalle―; eso significa que van a
exprimir a la vaca flaca todo lo que puedan y más, y con la misma chulería
de siempre.
Los africanos, mientras, habremos de
agradecer el carácter gradual del adiós; que no se le deben hacer ascos a un
día más compartiendo país con la élite carolingia, y también es comprensible
que ellos se tengan que ir haciendo poco a poco a la brisa de la libertad, que
está la cosa allí como para ir mucho al médico.
¡Pero qué es el derrumbe del Estado del
Bienestar cuando lo que nace es el Estado Catalán!; maricón el último. Con
Artur Mas a la cabeza y su hoyuelo haciendo de avenida para la cabalgata; con
Duran i Lleida pleiteándole a la Barbie las zapatillas de deporte. ¡Adiós,
África!
Y así, queridos niños, Cataluña podrá avanzar
a treinta nudos reutilizando el aire que se malgasta soplando pollas.
Para que vean ustedes que yo también
construyo independencia.
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