Como dicen los espías moribundos,
mi nombre no importa; firmo como Aprendiz
como podría firmar con cualquier otra palabra, sino que a ésta le tengo ―quizá― cierto cariño; pero si
de verdad es necesaria una pequeña cláusula de confianza para que esto funcione
y nadie recele de nadie, entonces deberíais saber que mi verdadero nombre es
José Manuel; y soy uno de vosotros, con todo lo que eso signifique o deje de
significar.
De momento tengo 37 años y
también tengo trabajo, que ninguna de
las dos son poca cosa; como tampoco lo son la familia y los amigos, que me
demuestran cada día que ahí siguen. Además hay una guapa que vive al otro lado
de mis ojos, en cuya existencia se posan mis aspiraciones y mi puntería cuando
tiro besos que ni tienen hermanos ni van a la frente.
Al mismo tiempo soy estudiante de
Derecho desde hace dos años; algo que me está sirviendo para darme cuenta de lo
mucho que nos tienen por muy poco, de que conseguir es un verbo muy lento y una
balsa muy fácil de desinflar, y de que el desconocimiento es la forma más
ineficaz de exigir respeto. Saber es mejor que no saber, aunque amargue las
meriendas.
Como decía, soy uno de vosotros;
uno de tantos que rezuma una mezcla de hartura y preocupación, porque por cada
mirada a la caja de pinturas de guerra hay otra hacia el horizonte. Quién sabe
cómo terminará todo esto, pero cada día que pasa estoy más seguro de que ahí,
en algún sitio, hay un miserable que se está haciendo muy rico a costa de esta
ruina.
Y si todo está casi roto, de
ninguna manera debe quedar ileso el silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario