Establece
claramente el Manual del Buen Hemíptero
que jamás se debe llegar a matar al huésped. Lo dice tan seriamente
que, hasta ahora, ninguno de ellos lo incumplió de forma tan obscena como la
rubia Malibú que nos ocupa. Se ve que a Castellón no llegan ciertos manuales; o
tal vez el problema es que llegan con el título traducido: Reglamento del Congreso de los Diputados, y claro, eso lía. Una
joven promesa de la política llegada del Mediterráneo, qué coño va a saber que
todo esto no es más que una pantomima construida para que parezca que este país
de tontos de nacimiento es una democracia con todos sus avíos. La rubia ha
caído como un ñu sediento en orilla cocodrilera. Por supuesto, que se joda.
Pobre chica;
ella que diputa y computa y reputa como la que más, y ahora se le viene encima
toda la mala leche funcionarial y desocupada; por culpa de una sola frase,
oiga. Ni la Campa ha logrado tanto. Ella, que ha tocado la cima tras ardua
competición en condiciones de igualdad con otras jóvenes generaciones hijas de
tal o cual perla representativa.
Estudiosa y trabajadora, eso sí; licenciada en Derechas, gerente en Telefónica, Senadora y Diputada. Una vida entera luchando por un puesto, y por las tardes ayudando a su secta a combatir el intervencionismo del Estado mientras no sea para prohibir llamar matrimonio a las mariconadas o para dar dinero a las cajas. Menuda dama. De alta cuna y de baja cámara, que diría la progre.
Estudiosa y trabajadora, eso sí; licenciada en Derechas, gerente en Telefónica, Senadora y Diputada. Una vida entera luchando por un puesto, y por las tardes ayudando a su secta a combatir el intervencionismo del Estado mientras no sea para prohibir llamar matrimonio a las mariconadas o para dar dinero a las cajas. Menuda dama. De alta cuna y de baja cámara, que diría la progre.
Sin embargo
hay que tener en cuenta una cosa.
Nosotros, los que vivimos en las casas y no en los palacios, tenemos la
obligación de respetarnos a nosotros mismos; cosa que no hacen los políticos, a
la vista está. Y no me refiero al “que se jodan” de la rubia, que bien pudo remitirlo
a la bancada zurda, según ella misma
dice; sinceramente a mí me importa un carajo a quién se refiriera la pobre niña
rica; lo que sí me importa es que mientras este país se ahoga en sus propios
vómitos, esta élite de degenerados se dedica al tira y afloja político. Al y tú más y al y tú menos. Ahora toca, cómo no, linchar a la rubia; faltaría más.
Luego se les
pasan los arroces y cada paso que dan en nuestro nombre, lo dan tarde. Cada
medida es la que se debió haber hecho hace meses; y los mercados ―esa nebulosa
malnacida― siguen sin estar satisfechos; y la hamburguesa que gobierna Europa
no se termina de correr a pesar de los esguinces de lengua que se nos acumulan.
Y todo ¿para qué? En términos cheguevarianos
podríamos decir que estamos haciendo recortes para morir de pie; y todo este
ejercicio de autofagia teledirigida está ocurriendo mientras una casta parásita,
ineficaz y desvergonzada se dedica a su particular juego de tronos; que ni el
abismo los saca del vicio, como quien se gasta en tragaperras el dinero de su
insulina.
Qué importa
si Andrea Fabra se dirigía a los parados o a los socialistas o a cualquier
grupo parlamentario. Ninguno de ellos está sirviendo para lo que fueron
creados, que es representar al pueblo en la toma de decisiones por el interés
general. Ninguno. Y eso es una forma diaria de mandarnos a que nos jodan
mientras tocan el cielo con los dedos sin que les llegue el calor del agua
hirviendo ni el sonido que emiten los que se cuecen.
Están matando
al huésped y el día que éste se sacuda de verdad van a tener que venir de
Estrasburgo a separarnos. Y una vez más ocurrirá lo que nunca más volverá a
ocurrir.