lunes, 27 de agosto de 2012

Policía ¿científica?


Ya desde el principio no pintaba nada bien el caso de los niños Ruth y José; pasaban los días y las sensaciones eran cada vez menos esperanzadoras. Latía en la piel de este país el desafortunado desenlace de las investigaciones del caso Marta del Castillo. Tantos medios, tanto despliegue, y nada. Al menos ―pensábamos muchos― con estos dos niños se va a volcar hasta el último limpiabotas de todas las comisarías, quizá para quitarse de la boca el mal sabor de la frustración; quizá para demostrar una profesionalidad que ya otras veces se puso en tela de juicio con mejor o peor fortuna, dependiendo de quién lo expresara; estoy pensando en el propio caso Marta del Castillo, pero también en el 11 M, por ejemplo.

Esta era la situación y el ambiente en el que se desenvolvían los miembros del Cuerpo Nacional de Policía cuando afrontaron este caso. Otro caso mediático, por lo trágico y lo miserable; otra vez ―esta vez dos― no aparecen los cuerpos; otra vez el imputado marea la perdiz, etcétera. Debe de sentirse una especial impotencia cuando dedicas tu trabajo a una cosa que no parece tener luz, con todo el mundo mirando y opinando.

El resto, esperábamos una actuación sin fisuras; ejemplar. Ya está bien de descalificaciones sin pruebas y de meter a todo el mundo en el mismo saco. Sea cual sea el resultado de la investigación ―que ya se intuía―, la policía se vuelca en esto y se acabaron los comentarios. Unanimidad de acción.

Pues no. Esto es España. Qué cojones de unanimidad de acción. Aquí siempre hay un algo más que convierte al suspicaz en crédulo. Aquí el mamarrachismo no tiene fondo ni límite; y nada es suficientemente ridículo ni pintoresco.

Resulta que los restos calcinados encontrados en la finca del padre y sospechoso principal no eran restos de animales ―como decía el informe pericial― sino los restos de los dos niños desaparecidos. Le vamos a seguir llamando informe pericial hasta que la RAE disponga de un término más acertado. Además, conociendo ya el percal, ese informe seguro que no existe; nadie lo hizo y nadie lo firmó. Me suena. Me suena tanto como el gen chapuza que anida en nuestros huesos.

Y ahora es cuando empieza el circo de las conspiraciones. Mienten los de ahora para cerrar ya el caso; quisieron ocultarlo para implicar a Calvo Sotelo; ¿quién mató a Manolete? Eso que tanto nos gusta hacer en España. La supina suspicacia mientras nos la dan por detrás.

Sé que es una petición harto inocente. Pueril. Retórica. Pero que salgan; que salga alguien y que diga el nombre del miembro o miembros de la policía científica que han cometido semejante error. Que salgan los responsables y que sean, de verdad, responsables; y que expliquen cómo ha podido pasar eso. Que se depure algo en este asqueroso país aunque sólo sea por probar a ver qué se siente siendo un país decente.

Policía científica española. La simple unión de las dos últimas palabras ya da risa.

Y que me perdonen los grandes profesionales que están siendo injustamente tratados por este escrito. Que me perdonen de todo corazón; porque sé que los hay; hay gente muy válida.

Pero se entiende que en los casos más dramáticos y trascendentales los esconden y sacan a los soplapollas.

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